Aporía, el concepto socrático para adquirir sabiduría después de una crisis

Aporía, el concepto socrático para adquirir sabiduría después de una crisis

Dicen que Sócrates interrogó a sus discípulos para ayudarlos a liberarse de conocimientos erróneos o creencias falsas que les impedían ver la realidad. Sócrates les hizo preguntas hasta que los estudiantes se sumergieron en un estado de aporía, una especie de impasse en el que se encontraban sin puntos de apoyo y reconocieron la imposibilidad de llegar a una respuesta definitiva y precisa con sus conocimientos previos.

Este estado de aporía les permitió reconocer que sus certezas iniciales eran de poca utilidad. Entendieron que si querían seguir avanzando tenían que deshacerse de esos prejuicios. Eventualmente se dieron cuenta de cuánto peso mental llevaban consigo.



Este estado, que puede resultar sumamente revelador para algunos, aterroriza a otros porque lo viven como un proceso de pérdida de raíces y certezas. Pero a veces, si queremos avanzar en la vida, debemos tener el coraje de sumergirnos en la aporía, que no es más que reconocer que quizás algunos de los constructos sobre los que descansa nuestro mundo pueden no ser tan sólidos o válidos como pensábamos. .

¿Qué es la aporía?

“La aporía no es la pregunta, sino la incapacidad de responder y el sentimiento de preocupación que la acompaña. La aporía es literalmente la ausencia de un camino y, al mismo tiempo, lo que te impide terminar el camino. El hecho de no tener respuesta a la pregunta nos obliga a repensarla de otra forma oa plantearnos preguntas distintas ”, como dijo el filósofo Pierre Aubenque.

La aporía, sin embargo, no solo implica que nos demos cuenta de que muchas de nuestras certezas han sido destruidas, sino que también es un estado emocional intenso en el que prevalece una incómoda sensación de desorientación provocada por la ausencia de los puntos cardinales que hasta hace poco manejábamos.



Incertidumbre, confusión y perplejidad: los 3 caballos del "apocalipsis apórico"

Todos, en algún momento de nuestra vida, podemos pasar por un estado de aporía. Lo sabremos porque nos sentiremos estancados, atrapados en una especie de limbo en el que no podremos avanzar, pero tampoco podremos volver atrás.

En este estado buscaremos respuestas, pero no las encontraremos, tanto porque estamos haciendo las preguntas equivocadas como porque partimos de premisas o hipótesis equivocadas.

Entonces, incluso si tocamos, vemos y sentimos la realidad, perderá su significado. De repente nos resultará ajeno. Es como si todo estuviera vacío de sentido. En ese momento, la razón luchará desesperadamente por dar sentido a lo que estamos viviendo. Pero no podremos encontrarlo. No podremos encontrar una explicación a lo que nos pasa porque las estructuras conceptuales que nos han guiado hasta ahora ya no nos servirán.

Esa incapacidad de encajar todo en nuestra mente crea confusión y perplejidad. Sacude nuestro mundo. En este punto tenemos dos opciones: hundirnos en la desesperación o aprovechar ese estado para dar un salto cualitativo en nuestra senda de crecimiento.

No podemos evitar la aporía, pero podemos decidir cómo reaccionar.

La aporía puede ser un estado difícil de manejar, especialmente para las personas que buscan certeza y se sienten incómodas ante la incertidumbre. Cuando sus creencias colapsan, pueden experimentar un pánico genuino. También corren el riesgo de radicalizarse en un intento por aferrarse a una cierta certeza, lo que los vuelve aún más rígidos de pensamiento.

Sin embargo, la aporía también puede ser un poderoso catalizador para el cambio personal. En efecto, predispone la mente inquisitiva e inteligente al descubrimiento y aceptación de verdades que, antes de ese estado, hubiéramos considerado inaceptables o intolerables.



La aporía también nos ayuda a ser personas más humildes. Nos permite comprender que no poseemos la verdad y debemos abrirnos a otras formas de entender y experimentar el mundo. También nos enseña que la vida que hemos construido es mucho más frágil de lo que pensamos. Nos muestra nuestro lado más vulnerable y eso nos hace más humanos.

¿Y si el problema no es el problema?

“¿Cuál es la respuesta a la pregunta? El problema. ¿Cómo se puede solucionar el problema? Cambiando la pregunta ”, dijo Michel Foucault. "Necesitamos pensar de manera problemática en lugar de cuestionar y responder dialécticamente".


Este psicólogo francés nos anima a pensar en el asunto desde una nueva perspectiva, pero también nos anima a pensar en pensar. Para cuestionarnos a nosotros mismos. Duda de nuestras premisas. Y, sobre todo, aceptar las contradicciones y divergencias.

A veces no podemos entender el mundo porque aplicamos un pensamiento dicotómico que busca la afirmación o la negación, cuando la realidad es mucho más compleja que esto y requiere un pensamiento múltiple que contemple el mayor número de posibilidades.

La aporía no solo borra certezas, también abre la puerta a un mundo donde todo es posible, donde podemos encontrar explicaciones alternativas y nuevas formas de ver las cosas. Por eso es esencialmente un estado liberador que nos permite deshacernos de viejas formas de pensar y actuar para atrevernos a imaginar otras formas de ser en el mundo.

Ahora mismo estamos atravesando, como sociedad e individualmente, un estado de aporía. La pandemia nos ha mostrado nuestra vulnerabilidad dejándonos desconcertados, buscando certezas cada vez más esquivas. Podemos hundirnos en la desesperación o aprovechar la aporía para liberarnos de los grilletes del pensamiento tradicional y pensar en nuevas formas de vida. La decisión es solo nuestra.


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