Ansiedad sexual, cuando la intimidad asusta

Ansiedad sexual, cuando la intimidad asusta

Ansiedad sexual, cuando la intimidad asusta

Última actualización: 18 agosto 2018

Se supone que vivimos en tiempos en los que se ha logrado la libertad sexual y se han roto muchos tabúes. Decimos "supuesto" porque en realidad, esto no siempre es cierto. Hay un número considerable de personas que no pueden disfrutar de la intimidad sexual. Algunos de ellos debido a los llamados ansiedad sexual.

Cuando hablamos de ansiedad sexual nos referimos a un conjunto de emociones y sentimientos desagradables que tienen un trasfondo común: las relaciones sexuales. Estos incluyen el miedo, la tensión, el rechazo y la disfunción. Las razones por las que esto sucede son siempre muy difíciles de superar.



“El erotismo es una de las bases del autoconocimiento, tan indispensable como la poesía”.

-Anaïs Nin-

El sexo enriquece la vida. Ofrece beneficios emocionales y físicos muy importantes. Estos van desde fortalecer el sistema circulatorio y el sistema inmunológico hasta combatir el estrés y la tensión cotidianos. Se conoce como un analgésico natural y tiene un maravilloso potencial para aumentar nuestra autoestima.

A pesar de ello, la persona que sufre de ansiedad sexual apenas ve estos beneficios en el sexo. Así, una vez establecida la dinámica negativa, cualquier situación de intimidad física provoca inquietud y nerviosismo. No hay disfrute, sino miedo. En lugar de ser beneficioso, el coito provoca una sensación de vacío e insatisfacción.

Cuando la ansiedad sexual proviene del abuso

La ansiedad sexual puede provenir de varias fuentes. A veces puede surgir de una experiencia traumática de abuso. El abuso sexual es más común de lo que pensamos, ya que a menudo se mantiene en silencio. Por otro lado, estamos hablando de un tabú que históricamente muchas veces se oculta.

Además, cuando la experiencia se vive a una edad temprana, lo más común es que la víctima tenga pocos recursos emocionales para manejar la situación. Así, es posible que lo ocurrido deje una profunda huella y efectos no deseados difíciles de eliminar o mitigar en el futuro.


¿Cuáles son las otras causas de la ansiedad sexual?

A veces la situación no es tan extrema. De hecho, la ansiedad sexual también surge de otras fuentes. El elemento común es casi siempre la represión. Corresponde a estos casos:

  • Una educación restrictiva que condena el sexo. Hay muchas orientaciones ideológicas que condenan las prácticas sexuales. Se refieren a ellos con epítetos que los retratan como algo despreciable, obsceno o inmoral. Quienes han sido educados con estos parámetros deben trabajar mucho en sí mismos para descubrir los aspectos bellos y placenteros de la sexualidad.
  • Falta de información. A veces, la inhibición sexual y la ansiedad provienen de una información deficiente sobre el sexo. En este caso se trata de un mundo desconocido al que se accede con un sentimiento de prevención.
  • Miedo al fracaso. La falta de experiencia y, por tanto, de conocimientos, hace aparecer el miedo a un desempeño inadecuado. Sin embargo, cada uno de nosotros tiene una idea personal de "rendimiento adecuado". Lo que puede ser estándar para una persona es impensable para otra. Esto conduce a la ansiedad sexual.

También podemos incluir otros factores como la depresión, la falta de autoestima y la dificultad para aceptar el propio cuerpo. Más, Es muy común que la ansiedad aumente cuando hay conflictos sin resolver o se ha roto la confianza.

¿Cómo afrontar la ansiedad sexual?

En muchos casos, la ansiedad sexual termina resultando en una disfunción sexual. Pueden presentarse falta de deseo, problemas de eyaculación precoz o dolor durante las relaciones sexuales. Todo ello, a menos que se lleve a cabo una intervención adecuada, deteriora la relación de pareja.

Las principales contramedidas a poner en práctica cuando hay ansiedad sexual son las siguientes:


  • Fortalece la relación afectiva con tu pareja. No hay nada más liberador que aumentar la confianza con tu pareja. Crea las condiciones para hablar del tema con total sinceridad. El objetivo debe ser encontrar soluciones juntos.
  • Infórmate mejor. Es muy importante conocer bien tu cuerpo. En este caso, la anatomía de nuestros órganos sexuales y su funcionamiento. Además, debe comprender lo que sucede durante las relaciones sexuales en términos físicos y psicológicos. Leer o indagar reduce los miedos.
  • Enriquece el erotismo. La sexualidad es mucho más que el acto sexual. Por eso es necesario darle la debida importancia a todo lo que promueva el erotismo y el acercamiento físico. Esto incluye caricias, besos, masajes y todos los gestos con los que demostrar afecto.
  • Descubra lo que relaja. Cada persona es un mundo. En la sexualidad, las reglas las ponen única y exclusivamente los dos miembros de la pareja. En este sentido, es muy útil intentar comprender en qué circunstancias la sexualidad te tranquiliza. Por ejemplo, la intensidad de la luz, la hora, el lugar, etc.

Ayuda de un especialista

Hay varios niveles de ansiedad sexual. Algunos requieren ayuda profesional, en otros casos basta con cambiar algunas circunstancias para que la relación vuelva a la normalidad. De una forma u otra, si no encontramos una solución que funcione, lo mejor es acudir a un especialista. Inicialmente debemos acudir a un médico para descartar cualquier problema físico o para asegurarnos de que las dificultades que estamos experimentando no se deben a un medicamento.


Cuando se han descartado ambas hipótesis, se debe buscar la ayuda de un psicólogo. Si la disfunción tiene su origen en la ansiedad, un profesional podrá diseñar un plan de intervención adecuado a nuestras necesidades que nos ayude a eliminar el problema.

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