Agresión: una mala compañera

    Agresión: una mala compañera

    Probablemente la definición más simple deagresión es: “una actitud hostil y amenazante que lleva al enfrentamiento”. Pero quizás no sea necesario ir demasiado lejos en conceptualizaciones teóricas, ya que al menos una vez todos nos hemos sentido agresivos o hemos sido víctimas de alguien que se comportó de forma agresiva. Sin embargo, conviene recordar que la agresión hace referencia a una serie de patrones de comportamiento que pueden manifestarse con una intensidad muy variable y que abarcan desde los gestos faciales y la mímica hasta las expresiones verbales o incluso el enfrentamiento físico.



    La mayoría de psicólogos y sociólogos ven la agresión como la expresión de nuestros instintos de defensa más ancestrales que nos llevan a intentar conquistar la supremacía sobre el otro. Algunos especialistas afirman que la agresión no se puede eliminar sino solo mitigar. Pero no deseo entrar en una discusión filosófica que sea inútil para quienes buscan formas de controlar o eliminar su propia agresión. Así que comencemos un breve viaje a este mundo. Creo que en la raíz de la agresión se encuentra la ira, un sentimiento particular de disgusto provocado por actitudes negativas por parte de los demás o por una oposición abierta hacia nosotros. En este caso la persona intenta luchar no solo contra la situación que le provoca su enfado, sino también contra su propio sentimiento. Los caminos pueden ser muy diferentes, elegir la agresión es una posibilidad entre muchas, pero la persona eminentemente agresiva no encuentra otro camino de solución. En este punto, uno de los primeros pasos para poder controlar la agresión depende de que la persona comprenda que esta no es la única forma de lidiar con el mundo. Es necesario encontrar un punto medio óptimo entre la agresión y la pasividad, para que podamos expresar nuestros deseos, sentimientos y opiniones, de manera asertiva y sin que se nos impongan. Cabe destacar que detrás de la agresión no solo hay un patrón que conduce a la violencia, sino que en muchos casos esta se convierte en una forma de esconder la propia inseguridad. La persona no cuenta con las herramientas necesarias para conseguir lo que quiere de forma asertiva, se siente más insegura y esto la vuelve agresiva para valorarse. La agresión surge del estrés, la frustración o las más diversas insatisfacciones. Sin duda, dejarse llevar por las emociones es mucho más fácil que controlarlas. Sin embargo, existe una técnica especialmente eficaz para controlar la agresión a la hora de comunicarnos: la llamada "misa recitada", cuando nos damos cuenta de que el tono de la voz va aumentando de volumen, simplemente debemos empezar a bajarlo poco a poco, así nuestro interlocutor, sin siquiera darnos cuenta hará lo mismo y la situación no escapará a nuestro control permitiéndonos tener un intercambio productivo para ambos. A las personas especialmente violentas se les aconseja la práctica de deportes específicos como las artes marciales, que aunque pueda parecer extraño, te permiten canalizar toda la energía y facilitan la concentración, ayudando a mantener el control sobre ti mismo. Sin embargo, más allá de todas las técnicas que puedan existir para controlar la agresión, es fundamental que la persona sea capaz de analizarse a sí misma para comprender cuáles son las causas que la llevan a ser agresiva y así poder trabajar sobre esta base.
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