Afrontar la enfermedad con optimismo

Afrontar la enfermedad con optimismo

afrontar la enfermedad con optimismo ofrece muchos beneficios físicos, cognitivos, emocionales y sociales.

Afrontar la enfermedad con optimismo

Última actualización: 18 de mayo de 2019

Abordar la enfermedad con optimismo puede marcar la diferencia sobre el pronóstico, aliviar los síntomas e incluso servir como escuela de vida. Cuando tenemos que luchar contra una enfermedad grave, el mundo se derrumba bajo nuestros pies. La primera reacción es pensar "¿por qué yo?".


Nadie está preparado para esta carga emocional y cuando llega es difícil de manejar. A veces, al tomar conciencia de nuestra vulnerabilidad, empezamos a hacernos preguntas ya buscar esperanza en los lugares más recónditos. Estos estados emocionales pueden agotar nuestras reservas de energía, bajar la autoestima y quitarnos el sueño.


Mantener una actitud positiva es saludable, desde todo punto de vista. Y cuando la enfermedad es grave, se vuelve imprescindible.

Diagnóstico de la enfermedad y del proceso emocional

Detrás de cada enfermedad hay sufrimiento, un malestar que requiere de todos nuestros esfuerzos para lograr una buena gestión de las emociones. Son fases en las que la elección de una estrategia de afrontamiento adecuada puede marcar la diferencia entre la recuperación, la cronicidad o la complicación de la propia enfermedad. Por último, pero no menos importante, afecta la calidad de nuestra vida.

En general, afrontar la enfermedad con optimismo ofrece muchos beneficios físicos, cognitivos, emocionales y sociales. No olvidemos, en efecto, que un ambiente sereno favorece la curación de cualquier patología.

El paciente que no acepta el diagnóstico sufre mucho más. En la vida es fundamental poder encontrar la armonía emocional.

Afrontar la enfermedad con optimismo ofrece varios beneficios

Reaccionar a la enfermedad con optimismo ciertamente tiene beneficios, pero ¿cuáles son exactamente? Mantenerse optimista es fácil cuando el pronóstico también lo es; el asunto se vuelve más complicado cuando el destino está en nuestra contra y nada parece salir como debería.



Enfrentar la enfermedad con optimismo nos fortalece

Los problemas que enfrenta un paciente que piensa positivamente y uno pesimista son similares. Lo que favorece el optimismo es la solución del problema, o cuánto se implica la persona en el proceso de búsqueda de la solución. Esta actitud nos hace más fuertes, más resistentes ante las dificultades..

Objetivo: mantener una actitud positiva

Es recomendable incluir acciones en la vida diaria que ayuden a mantener el optimismo. Escribir un diario, abrir un blog, llenar de vida nuestro espacio escuchando música. Pero también ponernos en contacto con personas que han vivido la misma situación nos permite no limitar la paleta de nuestras emociones a aquellas con un valor negativo.

Aceptar la nueva situación.

Aceptar crea un punto de partida. Solo desde la aceptación podemos empezar a organizar nuestras estrategias de sanación. Si no, ¿de qué sirve que el médico prescriba medicamentos o ejercicios si no entendemos que hay un problema a intervenir?

Esto, sin embargo, no tiene nada que ver con el catastrofismo practicado por algunos. Significa reconocer la situación y no anticipar eventos negativos que no necesariamente ocurrirán.


Ayuda a recuperar la actitud correcta ante la vida.

Una enfermedad es siempre una gran oportunidad para separar lo importante del resto. Estamos absorbidos o engañados por un ritmo frenético ya menudo superficial; la enfermedad es un buen colador.

Afrontar la enfermedad con optimismo cambia nuestros valores

Los valores se defienden y a su vez sustentan principios y prioridades que nos ayudan a tomar decisiones. En este sentido, hechos traumáticos, crisis personales o enfermedades pueden inducir a un replanteamiento existencial.

Una investigación española de 2016 realizada por la Universidad de Almería se propuso analizar en qué medida un diagnóstico de enfermedad grave puede ejercer un cambio en los valores personales. En el transcurso de esta investigación, el 87% de los pacientes dijeron que experimentaron un cambio en su sistema de prioridades, dando mayor importancia a las relaciones personales, la familia, el ocio y el bienestar. También emergió un mayor grado de asertividad, empatía y compromiso.


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