Actuar o reaccionar: dos enfoques diferentes de los problemas

Actuar o reaccionar: dos enfoques diferentes de los problemas

¿Cuál es la diferencia entre actuar o reaccionar? En este artículo veremos cómo estos dos enfoques juegan un papel fundamental en la vida de cada uno de nosotros.

Actuar o reaccionar: dos enfoques diferentes de los problemas

Última actualización: 24 agosto 2020

¿Qué diferencia hay cuando una persona, ante las experiencias de la vida, tiene tendencia a actuar o reaccionar? ¿Qué implica esta actitud a nivel personal? Quizás nunca hayas pensado en estos dos conceptos que son, de hecho, muy importantes.



En el mundo del trabajo suelen liderar la gran mayoría de las carreras profesionales, dependiendo de si un individuo, hombre o mujer, opta por un enfoque u otro. En este artículo intentaremos responder a las preguntas propuestas, pero no solo.

Usted también, seguramente, tiene un amigo o conocido que se destaca porque es capaz de progresar en el tiempo, constantemente. Tanto en el ámbito laboral como en otros aspectos de su vida. Es un cazador de oportunidades y desafíos que lo empujan a seguir cosechando éxitos. Al mismo tiempo, es posible que conozcas a alguien más que parece estar casi ahogándose en su trabajo. No tiene aspiraciones y, visto de lejos, parece casi una hoja movida por el viento.

Y vosotros, ¿sois personas que preferís actuar o reaccionar? ¡Descúbrelo con nosotros!

La diferencia entre actuar o reaccionar

Una persona que actúa toma la iniciativa.

Todavía no sabes si eres una persona que actúa o reacciona, pero ¿te gustaría saberlo? Bueno, lo primero que tendrás que considerar es si tienes lo que se llama espíritu de iniciativa..

Se trata de una habilidad muy valorada en el ámbito laboral, como destaca la profesora Miriam Escobar Valencia, docente de la Universidad del Valle de Cali, Colombia. en su articulo Las competencias laborales: ¿La estrategia laboral para la competitividad de las organizaciones? (Competencias profesionales: ¿la estrategia de trabajo para la competitividad de las organizaciones?) Hace coincidir el concepto de iniciativa con el de proactividad.



Cuando un individuo toma la iniciativa, realiza ciertas acciones que lo convierten en un "generador" más que en un "receptor". Por ejemplo, en lugar de esperar a encontrar una oferta de trabajo que le dé esa oportunidad de carrera que está esperando, contacta directamente con las empresas que le interesan. Y lo hace a través de una carta de presentación o, simplemente, a través de correo electrónico.

Una buena pista de si eres de los que prefiere actuar o reaccionar. Rara vez esperas a que sucedan los hechos: reflexiona, analiza el contexto y toma una serie de decisiones que te permitirán anticiparte a las situaciones. Tienes una predisposición natural a tomar la iniciativa, probar, probar y seguir adelante. Pon a prueba la realidad, no al revés.

Da igual que te encuentres a puertas cerradas, eres consciente de que "no" y algunos fallos hay que ponerlos en el presupuesto. Eres proactivo, no te quedas quieto y estás constantemente activo. Todo esto, lo creas o no, automáticamente te permitirá construir diferentes opciones. Alternativas que, por otra parte, no siempre darán los resultados deseados, y mucho menos de forma inmediata.

“Tomar la iniciativa no significa ser prepotente, molesto o agresivo. Significa reconocer tu responsabilidad para que las cosas sucedan”.

Stephen Covey

Una persona que reacciona espera resultados

A estas alturas ya conoces la principal diferencia entre actuar o reaccionar. Si no te has identificado con los primeros, probablemente formes parte del grupo reactivo. Pero ojo: no hay oposición con los que actúan, ya que podrás obtener importantes resultados profesionales también sobre la base de este segundo enfoque.


Tomemos el ejemplo de un empleado que trabaja mucho, en serio y sin fallas. Sus resultados, sin embargo, son siempre los mismos. En resumen, te encuentras en la posición de esa sombra en la pared que nadie ve. ¿Cómo? Porque no le has dicho a nadie que estás aquí. Algunos incluso llegan a limitar (u ocultar) ciertas habilidades, como si fueran algo de lo que avergonzarse.


A veces, es normal elegir ser una persona que reacciona, ya que esta posición de "invisibilidad" te permite estar particularmente a gusto, manteniendo los riesgos bajo control. Pero hay casos en los que sentirás la necesidad de ser más activo, aunque en realidad no sepas cómo desahogar esta ambición.

Una desorientación que se traduce en una consecuente inmovilidad o que es la conciencia de que “no vale la pena”, prefiriendo con mucho la calma y la seguridad de tu zona de confort. Una zona donde priman el estrés y los miedos.


"Establecer metas es el primer paso para hacer visible lo invisible".

Tony Robbins

Las dos caras de reaccionar

Ser personas que prefieren actuar o reaccionar depende de una actitud que se elija y que lleve a resultados diferentes. Si eres una persona reactiva, puedes ser feliz en el lugar de trabajo sin experimentar el estrés de lo nuevo, viviendo una rutina tranquila y sin cambios. Sin embargo, si anhelas algo más importante o más grande, esta actitud puede convertirse en un verdadero lastre.

¿Qué sucede cuando espera cambios como resultado de la reacción? Suele haber un sentimiento de frustración. Nos quejamos y señalamos con el dedo hechos externos, trascendentales, como la mala suerte. Este sentimiento, sin embargo, proviene de querer ser proactivo, pero no saber cómo empezar a actuar.

Identificarse con una persona que actúa o reacciona está íntimamente relacionado con la personalidad. Si eres una persona reactiva, te llevará un tiempo sentirte cómodo en la nueva dinámica, que es diametralmente opuesta. Esto no es algo malo, todo lo contrario. Serás más flexible y podrás actuar o reaccionar según las circunstancias, o cuando las necesites.


¿Prefieres actuar o reaccionar? Concluimos diciendo que ningún aspecto es mejor o peor que el otro. Son simplemente diferentes fuerzas que te guiarán por diferentes caminos. Por supuesto, puedes optar por cambiar de actitud en cualquier momento, cuando el camino en el que te encuentres no te satisfaga plenamente.

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