Abandonar el papel de víctima debilitando la experiencia traumática

Abandonar el papel de víctima debilitando la experiencia traumática

Dejar el papel de víctima es un aspecto que tiene un gran poder en el proceso de reestructuración después de una experiencia traumática. ¿Quieres saber qué es? Hablamos de ello en este artículo.

Abandonar el papel de víctima debilitando la experiencia traumática

Última actualización: 19 agosto 2020

Las víctimas de una experiencia traumática sufren un gran sufrimiento. En algunos casos, también nosotros, con nuestras actitudes, contribuimos a su victimización causándoles más dolor. Por eso es importante tomar conciencia de ellos y ayudarlos encontrar la fuerza para abandonar el papel de víctima, y así acelerar el proceso de curación.



Más que nada, se trata de emprender un camino de transformación en el que la experiencia traumática no define a la víctima. Tener éxito es posible, aunque no sea nada fácil.

En este artículo te explicamos en qué consiste y cómo hacerlo. También hablaremos de la resiliencia como una poderosa herramienta para salir del rol de víctima.

Abandonar el papel de víctima debilitando la experiencia traumática

Según el Instituto Treccani, la víctima es "quien sucumbe al engaño y la intimidación de otros, sufriendo opresión, daño o, en cualquier caso, siendo perseguido y oprimido". El daño puede ser físico, psicológico, social y material.

En cualquier caso, interfiere en una o más áreas de la salud de la persona. Puede ser una víctima de varias maneras; por ejemplo: debido a un desastre natural, violación, agresión psicológica o conflicto armado, etc.

Todos estos eventos pueden causar fatalidades; individuos que después de la experiencia dolorosa o traumática se encontrarán viviendo con daño o dolor. Esta experiencia quedará asociada a pensamientos, emociones y comportamientos que, de mantenerse en el tiempo, corren el riesgo de convertirse en un problema.


Abandonar el papel de víctima significa dejar de sentirse así para recuperar el control de la propia vida. Significa dotar a la persona de los recursos que le permitan no estancarse en la victimización. Es decir, no identificarse con el papel de víctima, ni aprovecharse de él ni exagerar su condición. En ocasiones las víctimas construyen sus narrativas a partir de la condición en que se encuentran, dejando de mostrarse y verse más allá de ese rol.


Con esto no queremos decir que la víctima desee mantener esta posición conscientemente. En ocasiones la persistencia de este estado está ligada al miedo asociado al hecho vivido oa que el entorno que la rodea sigue viendo a la persona como tal y quiere protegerla.

Abandonar el rol de víctima requiere un modelo de intervención focalizado para que el individuo supere su condición. Pero para que esto suceda, debemos detenernos en el cómo y el por qué. Además, es un proceso que se puede realizar trabajando sobre uno mismo con o sin apoyo, centrándose, sobre todo, en la responsabilidad de cuidarse.

Cómo abandonar el papel de víctima

Empezar, es la víctima quien debe querer abandonar este papel. Uno de los primeros pasos, por tanto, es reconocer la autovictimización. Esto te permite ver las cosas desde otra perspectiva y actuar en consecuencia. Veamos cómo:

  • Reconocer emociones comprender cómo se manifiestan y tomar control de ellos gradualmente. Para ello, necesitamos practicar el autoconocimiento para saber quiénes somos y hacia dónde vamos.
  • Deshazte de las máscaras. Es necesario encontrarse con su yo más genuino para adoptar un enfoque que vaya más allá de la situación que nos llevó a ser víctimas.
  • Reconocer los pensamientos autodestructivos. para frenarlos y salir del estancamiento cognitivo.
  • Deja de lado las actitudes pasivas y tomar acción. La idea básica es recuperar el control de tu vida.

También es siempre recomendable adoptar una perspectiva diferente, más dulce, desde la que empezar a mostrarnos como realmente somos y utilizar nuestros recursos para protegernos a nosotros mismos y a los demás. Al fin y al cabo, se trata de reconstruirse uno mismo.



No es un trabajo fácil, pero es posible afrontarlo con éxito, poco a poco. Para ello, tendremos que lidiar con nuestro universo emocional, social, físico y espiritual. No olvidemos que la salud es un aspecto integral y que retomar el control de tu vida significa cuidarte.


El poder de la resiliencia

La resiliencia se puede cultivar. Gracias a ella, es posible potenciar lo mejor que hay en nosotros. Consiste en la capacidad de superar los problemas, o de afrontarlos. Afecta a todas las áreas del desarrollo humano, por lo tanto, está influenciado por nuestra biología y el medio ambiente.

Podemos utilizar varias estrategias para fortalecer la resiliencia. Por ejemplo, a través de las narrativas y el arte creamos canales de comunicación que nos permiten mostrar y comprender lo que nos sucede. También podemos realizar psicoterapia grupal o individual. E incluso utilizar la realidad aumentada.

Cuando somos resilientes, podemos ver los obstáculos como lecciones de vida. Así, nos desvinculamos del papel de víctima y empezamos a construir nuevas narrativas que añaden significados más ligeros a nuestra experiencia. Dejar el papel de víctima favorece un encuentro más auténtico con los demás y con uno mismo.


Además de esto, la resiliencia es útil para construir narrativas que representen un mundo lleno de enseñanzas y nuevos paisajes. Todo ello confiere nuevos significados, que van más allá de la experiencia traumática. Una forma maravillosa de superarlo.

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