3 reglas de oro para simplificar las decisiones diarias

3 reglas de oro para simplificar las decisiones diarias

Todos los días tomamos cientos de decisiones, la mayoría de las cuales son irrelevantes, pero otras son importantes y pueden incluso cambiar el rumbo de nuestra vida. Todo el día, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, implica una constante toma de decisiones. De hecho, los psicólogos de la Universidad de Cornell han estimado que tomamos un promedio de 35.000 decisiones al día.

Si no sabemos cómo manejar esas decisiones correctamente, podemos terminar sufriendo fatiga por tomar decisiones. Dado que nuestra "capacidad cognitiva" es limitada, cuantas más decisiones tomemos, más agotaremos nuestros recursos. De hecho, aunque no lo parezca, hay un complejo proceso mental detrás de cada decisión. Debemos sopesar las posibilidades que tenemos a nuestro alcance, sopesar los pros y los contras, analizar las posibles consecuencias, estimar los recursos que necesitaremos y solo así podremos tomar la decisión.



Por tanto, tomar muchas decisiones puede acabar sobrecargando nuestros recursos cognitivos y emocionales. Una vez alcanzado el “punto de ruptura”, las decisiones que tomaremos a partir de ese momento no serán las óptimas. Podemos volvernos más impulsivos o, si no, perezosos y empezar a posponer las decisiones.

Para evitar la fatiga de las decisiones, debemos aprender a simplificar las decisiones. Así podemos ahorrar energía cognitiva para dirigirla a las decisiones más relevantes que realmente pueden marcar la diferencia en nuestra vida.

¿Cómo simplificar las decisiones que tomas todos los días?

1. Un minuto para "decisiones insignificantes"

Para simplificar las decisiones, el primer paso es identificar aquellas que son menos importantes o que no tienen una respuesta correcta o incorrecta, porque una posibilidad es tan buena como la otra. Algunos ejemplos de estas decisiones son: ¿Qué color llevo hoy? ¿Veo una comedia o un drama? ¿Como arroz o pasta?



También puede llevar un pequeño diario que le ayude a distinguir las decisiones significativas de las irrelevantes. Puede descubrir que dedica una cantidad de tiempo desproporcionada a tomar decisiones insignificantes en las que una respuesta es tan buena como otra. En estos casos, la clave es simplemente elegir en un minuto. Puedes lanzar una moneda o dejar que tu inconsciente decida. Verás cómo comienzas a liberar recursos cognitivos.

2. No posponga lo que pueda decidir hoy hasta mañana.

Posponer continuamente las decisiones no es una buena idea. Esa decisión pendiente permanece activa en tu mente, como una alarma intermitente que te impide descansar y cuya llamada puede asaltarte en cualquier momento, generando ansiedad. De hecho, las decisiones pendientes tienden a ser más estresantes y conllevan una carga mayor que elegir una opción y ponerla en práctica.

Séneca afirmó que "la suerte tiene la costumbre de comportarse como quiere", por lo que posponer decisiones, pensando que aumentarán las posibilidades de éxito, es un error. De hecho, a menudo solo sirve para acumular obstáculos en el camino.

Salvo algunas excepciones, postergar decisiones no nos ayudará a recabar información más decisiva, por lo que es más conveniente decidir cuanto antes para seguir adelante y evitar que se acumulen problemas, generando un nivel de estrés innecesario y agobio que te impedirá pensar con claridad. .

3. Aplicar lo que ya ha funcionado

Las automatizaciones suelen tener mala reputación. Sin embargo, existen por una razón: para ayudarte a ser más eficaz y liberar recursos cognitivos. Por lo tanto, cuantas menos decisiones importantes automatice, más ligero se sentirá. Cuando se trata de decisiones que debe tomar con regularidad, si las condiciones del juego no han cambiado mucho, puede aplicar rutinas que hayan funcionado en el pasado.



No es necesario cuestionar continuamente las opciones probadas a menos que desee realizar un cambio deliberado. La experiencia es para esto: para ayudarte a decidir sin estresarte demasiado. La inteligencia cristalizada que desarrollas a lo largo de los años te permite decidir mejor y más rápido en función de lo que ya ha funcionado.


Recurrir a lo conocido no es algo malo, le ahorra una valiosa energía psicológica que puede utilizar para tomar decisiones más importantes que realmente pueden marcar la diferencia. Así que no se sienta culpable por “automatizar” ciertas decisiones diarias. A la larga será beneficioso.

A primera vista estas tres reglas para simplificar decisiones pueden parecer irrelevantes, pero si tenemos en cuenta que todos los días nos enfrentamos en promedio a 226 decisiones relacionadas con la alimentación, podemos entender que toda la economía cognitiva es pequeña. Tenemos que pensar en el esfuerzo mental como una relación costo / beneficio. Si nos empantanamos en decisiones irrelevantes, quitaremos recursos a las decisiones más importantes. Seguir estas reglas nos quitará una carga de encima y hará que todo fluya mejor.


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